Psicología de la Inversión

Las finanzas tradicionales sugieren que los individuos son racionales, lo que da lugar a un mercado eficiente en el que las personas con aversión al riesgo tratan de maximizar sus beneficios. Sin embargo, en los últimos años ha aumentado el número de anomalías, confundiendo incluso a los inversores más experimentados, que han ignorado el concepto de psicología humana y el efecto que las emociones pueden tener en el proceso humano de toma de decisiones. Este elemento psicológico hace que el mercado sea intrínsecamente ineficiente, dando lugar a algunos resultados sorprendentes.

La psicología humana entra en el ámbito de las finanzas conductuales, cuyo objetivo es explicar cómo los inversores toman sus decisiones financieras más allá del ámbito de la racionalidad, lo que a menudo podría conducir a resultados impredecibles. El comportamiento humano irracional provoca ineficiencias en el mercado, causando precios erróneos y movimientos adversos en el mercado que la hipótesis del mercado eficiente no puede explicar. Un ejemplo de este fenómeno es el reciente auge de los valores meme, que suelen estar impulsados por el revuelo de las redes sociales y las comunidades en línea. En muchos casos, el valor de estos activos se desconecta de los fundamentos subyacentes, ya que los inversores ignoran el uso del análisis racional.

Numerosos factores psicológicos impulsan este comportamiento irracional. Uno de los más destacados es el miedo a perderse algo. Cuando los inversores ven que otros compran determinados activos, el miedo a perderse una oportunidad puede provocar una afluencia de compradores, llevando el precio a niveles muy desconectados de su valor real. Un ejemplo de este comportamiento ocurrió con Dogecoin, una criptomoneda creada en su día como una broma, que recibió el respaldo de famosos y comunidades en línea, lo que provocó una rápida subida de su precio sin ningún respaldo fundamental, ya que los inversores no querían perderse el bombo publicitario. A medida que el precio seguía subiendo, los inversores empezaron a recoger beneficios, lo que provocó una reducción masiva del precio hasta su valor fundamental. El gráfico siguiente muestra la volatilidad durante el bombo que disparó el precio antes de perder casi la mitad del valor en un par de días.

El seguimiento del rebaño es otro concepto de comportamiento que causó una de las anomalías más infames de 2021. GameStop, un minorista de videojuegos en apuros, se convirtió en objeto de intensa especulación e inversión cuando un grupo de inversores aficionados de la plataforma de redes sociales Reddit animó a sus miembros a comprar acciones, disparando el precio de la acción. Sin embargo, en el fondo, los beneficios de la empresa disminuyeron durante numerosos años al enfrentarse a importantes vientos en contra en el sector. La afluencia a la compra estuvo impulsada puramente por el bombo publicitario y el seguimiento del establecimiento. La rápida subida de precios provocó una desconexión sustancial entre precio y valor, lo que condujo a una caída final y a una pérdida de valor del 90% desde el máximo. El gráfico siguiente ilustra la anomalía, en la que un gran aumento del volumen provocó una inmensa volatilidad, que se tradujo en dolorosas pérdidas para los que se dejaron llevar por el bombo publicitario.

Aunque estos son dos ejemplos destacados de cómo el comportamiento humano impulsa los mercados financieros, hay que tener en cuenta otros factores. El miedo a arrepentirse, por ejemplo, se produce cuando los inversores dudan en vender un valor deficitario para evitar arrepentirse de haber cometido un error de juicio. La teoría de las perspectivas es otro comportamiento típico de los seres humanos, en el que los inversores demuestran un grado diferente de emoción ante las ganancias y las pérdidas. Percibir una pérdida del 10% afectará más a un inversor que percibir una ganancia del 10%, lo que le llevará a mantener posiciones perdedoras o a asumir un mayor grado de riesgo para evitar pérdidas. Algunos sesgos de comportamiento, como el sesgo de anclaje, el sesgo de confirmación y el sesgo de exceso de confianza, son ejemplos adicionales de inversores que no tienen en cuenta toda la información relevante antes de tomar sus decisiones de inversión.

El miedo y la codicia son dos de los motores psicológicos más potentes del comportamiento inversor. La burbuja de las puntocom es un ejemplo de cómo el entusiasmo en torno al desarrollo de Internet y la tecnología provocó una gran afluencia de inversiones en empresas con escasos o nulos beneficios que aún no han generado flujos de caja significativos, ya que la codicia de los inversores puso por las nubes los precios de las acciones de las empresas tecnológicas. En última instancia, el optimismo fue insostenible, ya que las valoraciones se desconectaron de las valoraciones, lo que provocó el estallido de la burbuja. De repente, la codicia se convirtió en miedo, provocando una gran venta masiva de estas empresas sobrevaloradas. El gráfico siguiente muestra el movimiento de la cotización de Amazon entre 1998 y 2000, cuando los inversores acudieron en masa a la empresa, sólo para venderla drásticamente un año después.

La psicología de la inversión es un tema complejo, moldeado por diversos factores cognitivos y emocionales. El comportamiento humano irracional hace que el mercado sea intrínsecamente ineficiente, pero también puede abrir un abanico de oportunidades que los inversores racionales pueden aprovechar. Centrándose en el análisis fundamental y evitando las trampas de la emoción, el miedo y la codicia, los inversores pueden mantenerse disciplinados y centrados en su estrategia de inversión a largo plazo para alcanzar sus objetivos financieros.